La joven de la perla de Johannes Vermeer
La joven de la perla de Johannes Vermeer
El cuadro La joven de la perla es una de las obras más famosas del pintor Johannes Vermeer de Delft, quien la elaboró hacia 1665. Conocida también como Muchacha con turbante o La Mona Lisa holandesa, es una de las piezas más representativas del barroco flamenco.
La joven de la perla ganó gran notoriedad gracias a su belleza expresiva y su perfección técnica. Además, la obra resultó enigmática para el público moderno, al punto de inspirar una novela y una película homónimas. ¿Con qué propósito Vermeer habrá dado vida a este lienzo tan pequeño y tan esmerado al mismo tiempo? ¿Cuáles son los misterios que se le atribuyen?
Historia del cuadro
La Joven de la perla fue pintada por Vermeer hacia 1665. Su primer propietario fue el mecenas de Vermeer, y luego pasó a manos del yerno. Sin embargo, no se supo de su paradero durante los dos siglos siguientes.
La obra apareció en una subasta en La Haya en 1881. Andries des Tombe, oficial de la armada holandesa y coleccionista de arte, la adquirió entonces para impedir que cayera en manos extranjeras. Al coleccionista le costó la ridícula suma de dos florines, que equivalen actualmente a un dólar.
Tras la muerte del oficial, el lienzo fue donado a la Galería Real de Pinturas Mauritshuis en La Haya en 1902, donde ha permanecido desde entonces, con excepción de las exhibiciones itinerantes que se han realizado alrededor del mundo.
Por ejemplo, la pieza se exhibió en la Galería Nacional de Arte en Washington DC, en 1965 y 1966. Más recientemente, se exhibió en el Museo Nacional de Arte Occidental de Tokio en 2012. Entre 2013 y 2014 regresó de nuevo a los Estados Unidos, y se exhibió en el High Museum de Atlanta, en el Young Museum en San Francisco y en la Colección Frick en Nueva York. Su última exhibición itinerante ocurrió en 2014 en Bolonia.
Análisis del cuadro
El cuadro La joven de la perla fue pintado con la técnica de óleo sobre tela. Sus dimensiones son pequeñas: apenas 46,5 cm de alto por 40 cm de ancho. Representa el busto de una joven (cabeza y hombros). El cuerpo aparece totalmente de perfil, mientras su cabeza se ladea suavemente en medio perfil, orientando la mirada al espectador.
Los rasgos de la joven son caucásicos: piel muy blanca, ojos grandes y claros y nariz fina. Como la Mona Lisa, pareciera que la joven no tuviera cejas. En cambio, sus labios se muestran entreabiertos y relajados, encarnados, húmedos y brillantes como una fruta fresca. Apenas se sugiere la dentadura en la pequeña apertura de su boca, mientras una delicada pincelada en la comisura de los labios le otorga vivacidad.
Su nariz tiene una particularidad: el tabique no es visible sino una ilusión visual. Este se funde con la mejilla iluminada. Con este recurso, Vermeer deja al espectador la capacidad de completar la imagen en la mente. De hecho, en una vista al descuido no logramos percibir la omisión, pues nuestro cerebro nos hace imaginar la presencia del tabique.
Vestimenta
El aspecto europeo de la joven contrasta con su vestimenta: la chica lleva un turbante oriental en su cabeza con los colores azul y amarillo. Viste una chaqueta exótica en paleta de ocres, en el que Vermeer logra un tratamiento exquisito de la textura de la tela. A la altura del cuello, destaca una gola blanca.
En aquella época, no era costumbre que las mujeres llevaran turbantes a la turca. Lo más probable es que Vermeer le haya facilitado a la modelo este accesorio para poder realizar su estudio. En medio de ese conjunto, la atención se dirige al pendiente, cuyo brillo sobresale en una atmósfera oscura.
El pendiente, ¿una perla?
Desde 1995, esta pieza es llamada La joven de la perla a causa del pendiente que luce. ¿Pero es verdaderamente una perla? Hace algunos años, el investigador Vincent Icke, astrónomo y artista, concluyó que las dimensiones y el brillo del pendiente no corresponden con el verdadero aspecto de una perla. Fue entonces cuando sugirió otra posibilidad: podría tratarse de un pendiente de metal pulido en forma de lágrima, hecho en plata o estaño.
La hipótesis más aceptada sostiene que sí es una perla, pero podría ser una perla de imitación o una perla que ha brotado de la imaginación del pintor. Esto explicaría el gran tamaño del pendiente. Pero se trate de una perla o no, lo interesante es cómo Vermeer crea otra ilusión visual: la presencia de un pendiente.
Si nos detenemos con atención, veremos que el pendiente no tiene ni siquiera un gancho para sostenerse. Vermeer aplica apenas dos pinceladas maestras en blanco: una en la base y otra más arriba, reflejando la luz que entra por la izquierda. Solo con eso, Vermeer nos ofrece todo un tema a debatir. Vermeer es, pues, un maestro de la ilusión y el efectismo.
En cualquier caso, no es la primera vez que Vermeer usa pendientes brillantes y perlas para ataviar a sus personajes. Lo vemos en Estudio de una mujer joven; Joven con sombrero rojo o Ama con su sirvienta sosteniendo una carta.
Fondo
Los colores del atuendo de la joven y la palidez de su rostro contrastan con el fondo verde oscuro de la pieza. Estudios recientes señalan que este fondo se trataba originalmente de una cortina. Sin embargo, el desgaste que ha sufrido la pintura en el tiempo deterioró la definición del color y la textura. Por eso en la actualidad tiene el aspecto de un fondo neutro.
Iluminación
La iluminación procede del lado izquierdo del lienzo. Apenas la descubrimos porque se refleja directamente en el rostro de la chica, acentuando su frente, nariz y pómulos. Su espalda, nuca y oreja permanecen en la oscuridad, mientras que el pendiente y parte del turbante que cae reciben un toque luminoso.
Estamos en presencia de una interpretación muy particular del tenebrismo, pues en medio de una atmósfera oscura, el pintor destaca el alto contraste entre luces y sombras. Pudiera recordarnos a Caravaggio, pero se diferencia de este en la ausencia de dramatismo y en la tranquilidad de la escena, algo muy propio del estilo de Vermeer.
El estilo de Vermeer
Al igual que en otras obras de Vermeer, en La joven de la perla logra contornos precisos pero suavizados y dulcificados, de tal modo que percibimos la figura como si estuviera viva ante nuestros ojos. Todos los elementos se envuelven y armonizan entre sí de manera gentil.
Vermeer ejecutó muy pocas obras en vida (poco más de una trentena), pues apenas producía dos o tres cuadros por año. En la mayoría de ellas, representó escenas intimistas como amas y criadas, ocupaciones domésticas y oficios, entre otras. Algunos ejemplos dignos de mención son: La lechera, El astrónomo, El geógrafo y El arte de la pintura.
Estas escenas tenían dos elementos en común: una ventana a la izquierda para dar entrada a la iluminación y una mesa compuesta como una suerte de bodegón con personajes humanos. Esto nos permite suponer que Vermeer realizó sus obras en el mismo espacio, variando los elementos. Sin embargo, La joven de la perla es diferente a estas composiciones. Ciertamente conserva la iluminación de izquierda a derecha, pero se elimina el contexto: no hay ventana ni mesa. ¿Por qué Vermeer haría esto?
El género pictórico del cuadro
La joven de la perla no es un retrato, como sí lo es el cuadro La Mona Lisa de Leonardo da Vinci. La obra de Vermeer pertenece a un género pictórico que se conoce como tronie, que significa “rostro” o “cabeza” en neerlandés.
El tronie consistía esencialmente en el estudio de tipos de personajes. Por ejemplo, se usaba para estudiar los rasgos de la edad o rasgos étnicos, así como vestuarios y atributos asociados a determinadas culturas u ocupaciones. Este género se usaba también para que el pintor demostrara sus habilidades artísticas a los clientes potenciales, como si se tratara de una tarjeta de presentación.
En pocas palabras, el cuadro La joven de la perla es un estudio de la expresión de una joven doncella y de los atuendos exóticos, los cuales dan cuenta del intercambio comercial con Oriente durante aquella época. Es por esta razón que el nombre de la modelo no fue registrado.
Significado del cuadro
Durante años se ha debatido sobre el significado de este lienzo. En parte, la intriga se asocia a dos cosas: primero, a que no hay información sobre la identidad de la modelo. Segundo, a la perla tan inusual.
Ya que la pieza es un estudio (un tronie), podríamos especular que se trata de un rostro idealizado por el pintor. Sea como sea, la obra ha ganado significación en la cultura contemporánea. Para nuestra era histórica, la joven de este lienzo representa un ideal de belleza femenina en la flor de la vida. Y ahora, ¿qué decir de la perla?
En aquella época era común representar a las mujeres cargadas de joyas, no solo por su estatus social, sino como metáfora de su belleza exterior e interior. En este caso, Vermeer concentra en solo un pendiente de gran brillo y belleza la cualidad del personaje. Quizá por eso ha dado rienda suelta a su imaginación representando una “perla” de singular tamaño. De este modo, la joven y hermosa dama es presentada con la mayor dignidad posible: ella es una joya única en su especie.
Comentarios
Publicar un comentario